Es necesario pasar ya, de las redes locales a las nacionales, de ahí a las regionales y, porque no, a la expansión internacional.

Una amplia variedad de factores cruza completo el tema de franquicias en nuestro país, convirtiéndolo en uno de los segmentos que es necesario tener en permanente monitoreo. Si se quiere tener una lectura realista del estado de negocios en México es necesario incluir este sector; y si se quiere tener un diagnóstico de cómo miran los emprendedores el futuro en México, el mejor indicador son las franquicias.

Una razón que da particular valor a estos modelos de negocio como referentes de confianza en la inversión es el hecho de que siempre conjugan a dos empresas para compartir una visión de futuro. Si no hay dos partes que apuestan a que un negocio va a prosperar en este país, en este tiempo, las franquicias no seguirían creciendo.

A pesar de su reconocible madurez, producto de muchos años de operación, el sector de franquicias enfrenta un momento de renovación. En la parte comercial es claro el efecto de los años de pandemia, que dejan muchas cicatrices y muchas lecciones para aprender. Una es la necesaria previsión de causas de fuerza mayor que superan la voluntad de las partes y obligan a ajustar las condiciones del contrato. Otro efecto es que, la pretendida seguridad que las franquicias ofrecen frente a negocios independientes, hoy deben acreditarlo contundentemente en los hechos. Si la apuesta patrimonial que supone la apertura de cualquier negocio siempre ha sido ponderada, después de la pandemia las decisiones se vuelven cruciales. El margen de maniobra se ha estrechado sensiblemente.

Otro elemento que se percibe en el ambiente es el de la necesaria revisión del marco normativo de las franquicias. Luego de una incompleta y desorientada reforma en 2006, que muy poco aportó al sector, las experiencias acumuladas en estos lustros merecen ser bajadas a proyectos de ley en los que los propios protagonistas puedan participar. Capitalizar la experiencia en leyes sencillas, balanceadas y preventivas aportaría un margen de seguridad de gran eficacia para este tipo de negocios jurídicos, que sin duda impulsaría su crecimiento.

Hay que entender que cada vez que una red de franquicias de una marca mexicana se expande, el beneficio nos alcanza a todos. No solo en forma directa en la creación de empleos y productividad, sino por medio de la riqueza asociada a un activo intelectual radicado en el país, que alcanza valores superiores.

Como parte de la renovación es plausible la llegada a la presidencia de la Asociación Mexicana de Franquicias de Mario Briceño, gran conocedor del sector y comprometido con sus mejores causas, que representa una nueva visión del rol que esta importante agrupación debe desplegar como punto de encuentro para todos los protagonistas. En esas tareas, todos los que estamos conectados con el tema estamos llamados a participar.

Finalmente, los principales jugadores, franquiciantes y franquiciatarios son los convocados a dar el salto de calidad final que el sector necesita. Es necesario pasar ya, de las redes locales a las nacionales, de ahí a las regionales y, porque no, a la expansión internacional. Diversas marcas mexicanas han probado sobradamente poseer la solidez de operaciones necesaria para traspasar las fronteras con productos y servicios de la más alta calidad. En el ramo de la gastronomía, la fama y reconocimiento de la comida mexicana es una ventaja competitiva que cualquier cadena anhelaría poseer. Es tiempo de mirar más allá.

Dr. Mauricio Jalife Daher

Julio 13, 2022