La identificación y el uso financiero de los activos intangibles en México son incipientes, pero es de la mayor importancia desarrollarlos en función del enorme potencial.

La creación y manejo de activos intangibles se ha convertido en el mundo empresarial en una de las áreas más diferenciadoras y productivas de su actividad competitiva. A los beneficios directos que el capital intelectual genera en la rentabilidad de una empresa se debe añadir el efecto patrimonial acumulativo que su adecuada gestión produce.

Esta tendencia se observa de manera cada vez más enfática desde hace por lo menos tres décadas, y podemos identificarlo en el incremento de patentes que los grandes jugadores de cada sector alcanzan. Al tradicional liderazgo de las empresas de Estados Unidos, Japón y Alemania, hay ahora que agregar en forma destacada a las chinas y las coreanas.

Sin embargo, hay que recordar que los activos intangibles de una organización no se agotan en las marcas, las patentes, los derechos de autor o los secretos industriales —que desde luego suelen ser los más valiosos— en la lista podemos nombrar al know how no protegible, las bases de datos, el talento de los empleados y de manera muy destacada la información que las empresas procesan para tomar decisiones.

En ese marco se debe destacar la realización de la primera convención de activos intangibles en Guadalajara, la pasada semana, que representa un primer esfuerzo para reunir en un mismo espacio a especialistas, valuadores, instituciones financieras y empresarios para hablar del tema en el contexto de nuestro país. La principal conclusión que me permito recuperar del evento es que la identificación y el uso financiero de los activos intangibles en México son incipientes, pero es de la mayor importancia desarrollarlos en función del enorme potencial que tienen para dar valor a las organizaciones.

Entre las experiencias que de manera generalizada se reportan como comunes de las empresas en México se encuentran los avalúos de marcas, que sin duda son los que han merecido la mayor demanda en el sector financiero. La mayor parte ha obedecido a la intención de su propietario de conocer su valor para poder determinar un precio objetivo de venta, o bien para acceder a garantías crediticias. También se han dado casos interesantes en los que una empresa franquiciante utiliza un avalúo de sus signos distintivos como argumento para convencer a los interesados respecto del poder de la marca que adquieren bajo licencia, así como casos de simple capitalización de una compañía.

Si observamos los modelos de negocio que las empresas extranjeras suelen construir, invariablemente veremos en el eje de sus decisiones a los activos inmateriales. La ubicación de sus derechos de propiedad intelectual en empresas holding que lo administran no solo persigue fines fiscales, de hecho, pesan ya más las decisiones de protección patrimonial y de organización de flujos de capital y operativa.

En la generación de una adecuada infraestructura para impulsar estos temas, una primera tarea deberá consistir en impulsar una norma oficial mexicana que dé certeza respecto de la metodología a emplear en la determinación del valor de un intangible. Con ese instrumento el sector, y los propios empresarios, adquirirán una enorme confianza en el valor que representan como factores generadores de riqueza presente y futura.

Dr. Mauricio Jalife Daher

Noviembre 15, 2023