Los candidatos, tanto Xóchitl como cualquiera de los que asuman la posición en Morena y en MC, deberían saber que la Propiedad Intelectual ha constituido una palanca de cohesión y desarrollo.

Avanzados en la definición de candidatos presidenciales, llega el momento de generar propuestas específicas en todos los ámbitos de la vida nacional. Esta vez no necesitamos pronunciamientos para la transformación histórica del país, ni planes para la reconstrucción del mundo. Esta vez pedimos programas concretos para la eficacia de cada institución y de cada autoridad.

Los candidatos, tanto Xóchitl como cualquiera de los que asuman la posición en Morena y en MC, deberían saber que la Propiedad Intelectual ha constituido una palanca de cohesión y desarrollo en economías emergentes. Casos como el de Japón de la posguerra, Corea de los últimos 30 años o la China actual acreditan bien esta hipótesis; y para las grandes economías, la Propiedad Intelectual es uno de los pilares de su fortaleza y liderazgo.

En la actual administración, la mirada de las autoridades ha estado puesta en grupos que tradicionalmente han estado al margen de la Propiedad Intelectual. En el caso de Indautor, el sexenio ha estado marcado por la necesidad de incrementar la protección a las expresiones culturales tradicionales de pueblos y comunidades indígenas, que finalmente ha aterrizado los conceptos académicos en una compleja ley para combatir la apropiación cultural.

En el caso del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, la orientación ha estado también marcada hacia sectores que tradicionalmente han sido poco visibles en el marco de los derechos de patentes y marcas. Hoy, al amparo de una visión de mayor contenido social, grupos de productores de diversos rincones del país son alentados a proteger sus productos como Indicaciones Geográficas, así como pymes y empresarios individuales para registrar sus marcas. En el plano tecnológico también el IMPI está impulsando a los inventores independientes para usar el sistema a su favor.

Ambas visiones, hay que reconocerlo, tienen mérito y no son excluyentes de la eficacia que se espera de legislaciones promotoras de la creatividad y la innovación. Sin embargo, el momento que vive el país exige reenfocar objetivos y tareas. La nueva ola de nearshoring que baña al país requiere de un sistema de Propiedad Intelectual moderno y eficiente, en el que no sólo existan todas las figuras que la actualidad de estas materias ha desarrollado, sino que los niveles de observancia tendrán que incrementarse sensiblemente.

A nadie escapa que la simpatía de este régimen por el comercio informal ha hecho que caigan drásticamente los operativos y las acciones para impedir la piratería, haciendo que el eslabón final de la cadena niegue eficacia del resto del sistema. De poco sirve registrar derechos si la exclusividad que prometen no se garantiza en el mercado.

México es un país que tiene una deuda histórica con su potencial de productos intelectuales jurídicamente protegibles. A su enorme capacidad de crear activos de economía naranja, que se ha concentrado en la industria audiovisual, debe seguir de cerca la producción de marcas globales, innovación tecnológica en sustentabilidad y medicina y, de manera enfática, con su enorme acervo de herencia cultural. La Propiedad Intelectual subyace a las propias cadenas productivas y, precisamente por eso, su papel en cualquier plan de desarrollo debe favorecerse como estratégico.

Dr. Mauricio Jalife Daher

Septiembre 06, 2023