A más de un año de su publicación y dos meses para su primer aniversario de vigencia, la nueva ley de propiedad industrial mantiene los mismos retos frente a sí que desde el momento de su nacimiento.

A más de un año de su publicación y dos meses para su primer aniversario de vigencia, la nueva ley de propiedad industrial mantiene los mismos retos frente a sí que desde el momento de su nacimiento. Fueron tantos y tan profundos los objetivos que se impusieron al Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, que no bastarán unos meses para dar cumplimiento.

El más grande desafío, consistente en la tramitación de incidentes de dictaminación de daños y perjuicios, aún no prueba sus alcances en la práctica. Los casos que pudieran estar llegando a esa instancia aún se topan con la insuficiente infraestructura en el Instituto para darles trámite. Para ese fin deben desarrollarse profesionales del derecho expertos en la materia, entre muchos otros ajustes internos para dar trámite a procedimientos que demandan alto nivel de especialización. Después, pasar la prueba de la constitucionalidad de esta nueva atribución será un segundo paso.

En la parte de infracciones de secretos industriales, materia novedosa para el IMPI bajo esta asignatura la situación es similar, por cuanto el IMPI no ha tenido bajo su cargo el análisis de conductas relacionadas a la protección de esta clase de activos, ni de las que se consideran como violatorias de la figura. Dadas las muy particulares características de los secretos industriales, los ajustes que la autoridad debe realizar para el adecuado tratamiento de los casos que le sean sometidos representan también un reto destacado.

De la misma manera, la imposición y el cobro de multas al amparo de la nueva ley, en forma directa por el Instituto, supone el desarrollo de habilidades novedosas en un área crítica del sistema. Hasta el día de hoy, si se revisa el monto histórico recaudado por la Tesorería por multas de infracciones en esta materia, el número sorprenderá por reducido o inexistente. Considerando el voluminoso monto que ahora se prevé por infracciones, el rubro se vuelve especialmente digno de monitoreo y medición.

Otros temas también deberán atenderse en fechas próximas. El primero, la necesaria promulgación del reglamento, que deberá subsanar algunos de los huecos de la ley que por definición corresponde a esta clase de ordenamiento resolver. En segunda instancia, ajustes normativos pendientes en la vinculación que el tema de patentes farmacéuticas genera con Cofepris con relación a la producción de genéricos. Ambos temas, según se sabe, avanzan ya y en fecha próximo se conocerán los resultados.

Si el balance se quedara en este breve recuento tendríamos que asumir que no existen progresos plausibles que enfatizar en este primer aniversario. La noticia buena es que el cambio de timón en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, que deja como nuevo responsable a Alfredo Rendón, promete rendir buenos frutos en menores plazos. La experiencia del funcionario como pieza directiva del IMPI desde hace 25 años, promete alinear los planetas y lograr los altos objetivos que la nueva ley definió para el Instituto.

El otro gran reto, más difuso pero más relevante, es coadyuvar a trasladar a los usuarios del sistema la certeza de que la Propiedad Intelectual es un camino confiable para la construcción de ventajas competitivas. Los innovadores y los emprendedores en México deben acercarse y conocer estas alternativas urgentemente. Al propio tiempo, el esfuerzo que todos debemos desplegar de forma enérgica se debe orientar a comprender los beneficios que la protección de estos derechos genera en el desarrollo de la economía, así como la necesidad de combatir la falsificación y la piratería en todas sus formas.

Leer en El Financiero