La propuesta tiene aristas muy afiladas que deben ser evaluadas antes de cometer un error de difícil reparación para las marcas y para la propia imagen del país.

Como ha sucedido a lo largo de esta administración del gobierno federal, las iniciativas de ley no se conocen en las gacetas legislativas sino en las conferencias matutinas que cada día celebra el Presidente. Hoy conocimos una nueva intención de reforma que tendría amplias repercusiones en diversas leyes y reglamentos, consistente en la pretensión de modificar el destino de bienes decomisados para que, en lugar de ser destruidos sean comercializados a través del llamado “Tianguis del Bienestar”.

La propuesta tiene aristas muy afiladas que deben ser evaluadas antes de cometer un error de difícil reparación para las marcas y para la propia imagen del país. Como se sabe, México invierte grandes recursos en detectar y detener productos sospechosos de violar derechos de Propiedad Intelectual, tanto en el momento de su ingreso al país a través de las aduanas, como en operativos antipiratería a lo largo y ancho del país.

Estos decomisos no solo dan cumplimiento a obligaciones en ley y compromisos en diversos tratados internacionales de los que México es parte, sino que representan uno de los últimos eslabones de una larga cadena de acciones orientadas a la defensa de los derechos de los titulares de marcas registradas en el país. Lo que hoy inicia con un acto de confianza, que es solicitar el registro de una marca a las autoridades, mañana derivará en procedimientos legales para su defensa. En ese proceso, el beneficio ulterior es para los consumidores a quienes esta regulación debe garantizar que, cuando se adquiere un bien o un servicio, se reciba precisamente de quien emplea la marca como medio de identificación. Si ese vínculo se desvirtúa, el proceso completo traiciona sus principios.

La razón de defender la identidad y función del uso exclusivo de las marcas tiene hondas raíces en los fundamentos de la eficiencia de los mercados, al asegurar que los valores empresariales detrás de cada identificador corresponda a quien los ha construido, al punto en el que la compra que cada consumidor realiza es el “voto” que define a los ganadores en la competencia. Sin un proceso asertivo de identificación empresarial el mercado no puede funcionar adecuadamente.