Otro gran pendiente del IMPI pasa por la necesidad de dar la batalla contra la piratería en forma franca y constante.

La llegada de José Sánchez Pérez al IMPI plantea hasta ahora serias interrogantes. A la salida de Alfredo Rendón de la dirección del Instituto hace apenas cuatro semanas, siguieron los rumores que hoy se confirman con la llegada del tabasqueño a la más alta posición del organismo.

Es necesario recordar que al inicio del sexenio Juan Lozano, otro funcionario sin vínculos previos con la propiedad industrial, fue nombrado director y se mantuvo en el puesto por casi dos años. Sin embargo, tanto por sus antecedentes priistas como por su orientación ideológica, su paso por el IMPI no modificó sus derroteros.

Los pendientes que Sánchez Pérez deberá acometer no son menores. A la lista de asuntos administrativos propios de cualquier dependencia del tamaño del IMPI hay que añadir temas sustanciales como el acompañamiento necesario para la promulgación del reglamento. El ordenamiento, de hecho, lleva ya un año de retraso de la fecha en que debió ver la luz y son obstáculos relevantes los que lo han detenido. En particular, el gran nudo a resolver es el de la vinculación que se hace de las patentes con la Cofepris, para impedir otorgar registros sanitarios a productos que pudieran violarlas. El tema tiene particular relevancia de cara a la facilidad para que genéricos en materia farmacéutica ingresen al mercado, y de ahí la enorme sensibilidad que se requiere para destrabarlo.

Otro gran pendiente del IMPI pasa por la necesidad de dar la batalla contra la piratería en forma franca y constante, dando cumplimiento a su razón de existir y a los compromisos asumidos por México en tratados internacionales. Un sistema de protección de patentes, marcas y derechos de autor es inservible si no ofrece como resultado el respeto a la exclusividad de sus titulares a través de la eliminación de productos falsificados.

En ese contexto se llega al punto más álgido de todos cuantos tendrá en su mesa el director, que es la necesaria gestión para mantener y de ser posible expandir la presencia, labor y servicios del organismo a través del empleo certero de sus abundantes recursos. Suponer que al IMPI “le sobra” esa gran reserva sería un grave error de cálculo. En realidad, las labores del Instituto tendrían que estar presentes en diversos puntos del territorio nacional apoyando iniciativas de empresas pymes, difundiendo los beneficios del sistema, capacitando empresarios, acercando los servicios a productores vinculados a indicaciones geográficas y denominaciones de origen, y en general, invirtiendo en convertir a esta materia en una plataforma de desarrollo para los creadores e innovadores en el país y en un canal de atracción de inversión extranjera. Estas funciones no son un deseo del que escribe, sino que claramente están señaladas en la ley como propias del IMPI.

Finalmente, otro gran desafío para Sánchez Pérez pasa por la eficiencia que una autoridad de este tipo debe procurar en todas sus áreas. Si bien el Instituto ha mantenido en general buenos estándares en tiempo y calidad, hay todavía áreas de oportunidad. En particular, dos que con la ampliación del personal podrían mejorar resultados son las de tramitación de patentes y las de asuntos contenciosos, seriamente afectadas por el efecto pandemia.

Al final, queda en manos de la nueva administración mantener y conducir la visibilidad, confiabilidad e influencia del IMPI, que ha sido un eje rector de la actividad comercial en las últimas tres décadas en el país. En ese objetivo, todos los que estamos vinculados al sistema de innovación en México estamos convocados a participar.

Dr. Mauricio Jalife Daher

Diciembre 21, 2022