Cuando la permanencia de un servidor público en una dependencia es prolongada, su salida suele concluir una era y dar paso a nuevas instancias.

La renuncia de Alfredo Rendón como director del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial tiene múltiples implicaciones y efectos. Lo primero que se debe decir es que, cuando la permanencia de un servidor público en una dependencia es prolongada, su salida suele concluir una era y dar paso a nuevas instancias.

El propio IMPI da clara constancia de lo anterior. Su primer director —y corresponsable de su creación—, Jorge Amigo Castañeda, permaneció al frente del Instituto por 18 años, que son recordados como una etapa indispensable para la fundación y consolidación de la que ha llegado a ser una oficina de propiedad industrial modelo para economías emergentes y de países en desarrollo. De hecho, la formación del propio Alfredo Rendón corresponde a esta etapa en la que desempeñó diversas posiciones y tareas hasta el punto en el que todos reconocemos que, si alguien conoce al IMPI en todos sus rincones, es él.

Con independencia de la experiencia y conocimiento de la dependencia y de la materia, Rendón será recordado como un funcionario siempre abierto al diálogo y la concertación. Las hoy tan cuestionadas políticas de vinculación con la iniciativa privada, en realidad se han traducido en mesas de debate que dan transparencia y certeza a los procesos. Se podía o no estar de acuerdo con determinadas decisiones, pero quedaban claros los términos y condiciones.

La otra línea paralela en la que Alfredo Rendón trabajaba con precisión, era la representación de nuestro país en los continuos y trascendentales foros internacionales que atienden la multiplicidad de temas que contempla la propiedad industrial. En esta materia no se hace turismo oficial. Se trabaja arduamente en la construcción de acuerdos que terminan aterrizando en nuestro derecho interno y que se convierten en gráficas específicas de atención de inversionistas foráneos y locales.

Renunciar, como país, a recibir los frutos del trabajo de funcionarios de este calibre equivale a sacar del equipo a “Chicharito”. Son años y años de capacitación y experiencia tirados por la borda, cuando tanto se requieren faros y vías navegables en medio de la confusión. En este caso, no apelo a la inmovilidad que perpetúa, o la rigidez que inhibe el cambio, pero no hace sentido privarse de un “activo intelectual” que como país tardamos 25 años en construir, para después de solo dos años en la dirección general de una institución convertirlo en prescindible.

Desconozco, desde luego, quién llegará al IMPI, pero la pregunta correcta no es esa sino saber a qué llegará. Si la visión es excluyente e ignora que la propiedad intelectual es un sistema que protegiendo la innovación y la creatividad es un promotor exponencial de inversión y crecimiento económico, empezaría mal. Como sistema, todas las piezas importan y desconectar una tiene siempre efectos depresivos en el conjunto.

Por otro lado, si alguna modificación se piensa en la relación con el exterior, tendríamos que pensarlo en términos diferentes: si México ha cedido en temas de propiedad intelectual a cambio de ventajas en otras áreas, es momento de modelar nuestra ley y nuestro sistema desde la perspectiva de que, la protección a la creatividad es una poderosa palanca de desarrollo, sin que nadie tenga nunca más que imponernos esta premisa.

Dr. Mauricio Jalife Daher

Noviembre 23, 2022