De manera intempestiva -por no decir clandestina-, el pasado 24 de enero apareció publicado en el Diario Oficial la reforma que establece, por vez primera en la historia del país, la obligación de contar con autorización para usar o explotar expresiones culturales tradicionales de los pueblos y comunidades indígenas. En unas cuantas frases, por no decir palabras, se introduce un cambio histórico -no necesariamente adecuado- que modifica, de tajo y seguramente para siempre, lo que había sido la regulación permisiva de este tipo de creaciones.